¿se terminó el 2008?

El domingo cerré el año con una carrera cross que me cayó medio de la nada, Estebita me SHP (superhinchapeloteó) para que la haga, y no solo la hice, sino que compartí sus 18.5 km con él. Bajo un sol terrible y con «tres grados menos que el infierno» anduvimos por Ezeiza. Fue un circuito rural, pero por momentos le decía a Esteban que ni loca lo hacía sola, después de haber estado por esas hermosas montañas…

Mis piernas todavía estaban «en remojo»: descansando luego de la misión, asi que fuimos a divertirnos mas que nada. Hablamos de todo y nos cantamos todo también, mejor dicho, Estebita se cantó todo, yo no tenía energía de mas para desperdiciar en cosas que no fueran mover cada pierna a la vez. Pensé que no la terminaba, pero al final llegamos y nos colgamos nuestras medallas.

Llegando.

No creo que la vuelva correr, el año que viene quiero hacer un par de carreras mas tipo travesías, me enganché o me engancharon… Por ahí, si logro ver cual, haga una maratón. Pero como quiero mejorar mi orientación, me pienso anotar en algunos orientatlones. Mucha aventura, mas que cemento habrá en mi 2009.

Acá algunas fotos:

Y como ya entro en vacaciones (casi) les deseo un

HERMOSA navidad, y un
2009 lleno de buenos momentos!
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La Misión 2008 (el después, que es el ahora)

Es difícil intentar explicar lo que se vive en una experiencia como la que elegí vivir: La Misión. Intentaré volcar cada momento, cada vivencia, aunque se que siempre se va a perder gran parte de la esencia.
Mis crónicas suelen ser con todas mis emociones, porque soy asi, sensiblera y emotiva, pero me gusta sentir las cosas, me encanta vivirlas a pleno.
Estos seis días allá fueron increíbles. Ahora, en Buenos Aires, se me antojan eternos, como si hubiera estado una vida.
Pasaron mil cosas, compartimos con los amigos millones de momentos, consejos, nervios, camaradería, cariño.
Siento que hay un antes y un después, por muchas cosas… Me siento super feliz.
Iré escribiendo de apoco, mas para mí, para no olvidarme de las miles de sensaciones que colmaron estos días que acaban de concluir (lamentablemente) y también para devolver a las personas que comparten conmigo este vivir a pleno e intentar cumplir sueños…
(1 de dic)- Sin tiempo para escribir nada, me acaban de mandar el link a este videito que está la entrega de premios… Es increíble lo que fue esta mañana de mails, chat, sms, foro! cuánta emoción!
Un poco de historia:
Por ahí por abril o mayo de este año, Estebita me empezó a comer la cabeza para que me anotara en La Misión. Yo todavía no estaba recuperada de las rodillas (ni de la cabeza) y por mas que me tentaba la idea, estaba reticente. Sobre todo porque era una carrera con equipamiento distinto de las que venía haciendo. Había que llevar todo lo que fuésemos a usar en las 76 horas de límite que ponía la organización, mucha ropa técnica por el reducido peso que tiene, etc.
No tenía idea de orientación y estaba haciendo nada.
Él me llevó de las narices a la Clínica del Gurí, yo ya había estado investigando por Internet de todo lo que no sabía y tenía que saber, inclusive empecé a postear tímidamente en el topic de El Kilómetro, pero aclarando que era solo una remota posibilidad.
Cuando volví de la Clínica, me acuerdo que le mandé un mail al Gurí agradeciéndole por todo y le dije algo así como que me había quedado la cabeza girando en falso con la carrera, que tenía ganas de hacerla pero que todavía no me animaba ni podía decidir que hacer. Él, muy amablemente, me dijo que me guardaba el cupo, que lo piense, y al final, a los pocos días las cosas se desencadenaron de forma tal que me pude anotar.
Todo esto, sin estar corriendo ni para abrir la puerta.
Comencé mi recuperación de las rodillas, yendo al gimnasio, fortaleciendo los cuádriceps, intentando volver a sentirme realmente bien. En total fueron 5 meses de ir hasta cuatro veces por semana para hacer la rutina de fortalecimiento, sentía que avanzaba muy de a poco, agregaba un poco de peso y mas repeticiones. Nadaba un poco y hacía bici fija.
Dos meses antes comencé a correr, también muy de a poco, casi con miedo. Y al tiempito hasta ligué plan personalizado de entrenamiento. No me podía quejar.
Ya casi llegando a la fecha, me sentía mas segura. Aunque la orientación no era mi fuerte y para colmo, la conjuntivitis devenida en Queratitis que me tuvo media ciega por un mes y pico, no me daba la confianza de poder ver bien los mapas, pero ya estaba en marcha la rotativa y no me bajaba por nada del mundo.
La Mochila
Durante estos últimos seis meses estuve de alguna forma armándola. Buscando elementos con balanza en mano para intentar llevar cosas livianas. Después estaba el tema de los alimentos, 76 horas había que comer, y a mi me agarraba pánico de pasar hambre, asi que a Pehuenia me había llevado la mitad de la calija llena de alimentos.
Cuando descargué sobre la cama para empezar a poner, era una bestialidad, tenía que decidir qué llevar y que dejar. Qué dilema. En el foro me cargaban con el alias de kioskito ambulante…
Al final, llevé:
9 «sanguchitos» de jamón crudo ibérico y queso en pan árabe.
2 sopas maruchán (tienen fideos secos pero cocidos)
2 sobrecitos de sopas instantáneas.
1 pack de queso addler
2 paquetes de manies.
7 miniladrillitos de membrillos
6 turrones
8 barras de cereal
3 baras de coco bañadas en chocolates
1 paquete grande de rocklets
caramelos varios
7 geles
5 recoverys
3 bolsitas de mix frutas secas (habrán tenido unos 25 grs)
20 sticks de tang (son minisobrecitos de jugo)
1 turrón navideño bañado en chocolate
1 mini torta galesa
Es bastante ¿no? Si, y eso que dejé mucho en el camino. Pero tenía que comprobarlo, en otra vida debo haber sido una refugiadaque se ca**o de hambre o algo así!
Y a último momento agegué un aislante autoinflable que no se cuanto pesaba pero que seguro que mucho…
Cuando levanté la mochila, casi me muero… Pensaba «esto no lo puedo llevar» pero no sabía bien que hacer. La suerte estaba echada.
Habíamos hablado mas que suficiente con los chicos en la cabaña, teníamos la suerte de tener a Claudio y a Silvia que ya son experimentados en el tema, y también la sapiencia de Gustavo, que me parece que ya se había agotado de decirme que no lleve cosas al cuete… en fin.
Dia D. La largada
 
 
Amanecí re temprano, había tiempo para los últimos preparativos ya que la largada era a las 12. Desayuné y me puse a preparar los sanguchitos, y al rato empezaron a aparecer los demás. A mi los nervios no me dejaron dormir mas, por ahí hubiera estado bueno descansar algo mas teniendo en cuenta todo lo que había por delante.
Una vez listos, partimos para la Biblioteca Municipal, lugar de la cita tan esperada. Éramos muchos para entrar en la camioneta de Mauri, y encima todas las mochilas gigantes, mas la ansiedad que teníamos los debutantes (y los que no debutaban también).
Con la pechera en mano, Estebita me dice de personalizar las pecheras, asi que pedimos un marcador y nos escribimos sendos «Estebita» y «Gurisa«. Ya habíamos acordado salir juntos. Por suerte hacía calorcito, los corredores iban cayendo y se iba armando un grupo compacto cerca de la largada.
Yo no caía mucho en lo que iba a hacer, estaba preocupada por la mochila. Decido descansar un poco, cerré los ojos y traté de respirar profundo. Pensaba «no voy a poder con esa mochila» los chicos trataban de tranquilizarme: «No tenés cara de que la estés pasando bien.. tenés que disfrutar».
Por fin anuncian la largada, había que seguir a la camioneta hasta que salgamos de Pehuenia y ahí se liberaría la largada. Nos ubicamos medio atrás, y comenzó la cuenta regresiva. Creo que mi cara denotaba el pánico que me inundaba, veía a todos contentos y yo estaba en un mar de dudas.
10,9,8,…….3,2,1… (video de la largada)
 
{Instrucciones de carrera: De la largada al CPO «HitoXXIII» Mapa 1 (1:50.000) Desde la largada deberán seguir primero el vehículo de la organización, sin pasarlo, hasta ser autorizados a navegar hacia el CPO «Hito XXIII»}
Nos fuimos quedando mas atrás todavía de lo que nos habíamos puesto. La música sonaba (creo) y empezamos a movernos, poco a poco. El brazo derecho se me tenzaba del esfuerzo, veía la vena que me cruza como si estuviera por explotar. Intentaba sonreir pero no podia mucho. Estebita lo estaba pasando bomba. «Relajate anita» —pensaba—. Se veía en la curva a los punteros, que corrían detrás de la camioneta deseperados por no perder puestos.
Llegamos a la ruta y Esteban empieza a darse cuenta de lo que me pasa.. .A»nita no te preocupes, ya va a pasar».
Comenzamos la subida hacia el Volcán Batea Mahuida, fue infernal, demoledora. Bajo un sol terrible y yo con ese lastre que no me dejaba vivir. Estebita me propone ir descartando comida de mas, o comerla o tirarla ¡hacer algo! ¿Qué tenés ahí que te pesa? ¡La torta galesa! la saco para ir comiendo y era un asco! estaba como quemada por dentro. Nos agarra un ataque de risa de lo tarada que había sido en llevarla. Como algo mas y me dice «¡¡¡Tirala!!!» la volé en ese mismo instante como proyectil supersónico, imagino que algún animalito la habrá podido disfrutar mas tarde.
Vemos gente que ya está parando a descansar. ¡Nieve! ya se ve nieve a los costados.. ¡qué lindo!
En eso vemos una algomeración grande de gente: había un río, casi no teníamos agua por el calor que hacía, asi que paramos a cargar un poco y Nos tomamos un gel.
Ya estoy decidida a dejar el asilante en el pc1, necesito estar mas liviana, sino no llego. Lo se.
El siguiente objetivo, era la patrulla en la punta del volcán, ahí nos iban a decir como llegar al CPO Hito XXIII, había mucho viento cuando por fin llegamos, y adentro de la camioneta estaba Vero, la esposa del organizador. No lo dudé, le pregunté si le podía dejar el autiflable, después de todo, no era un elemento obligatorio.
Creo que fue mas psicológico que otra cosa, pero a partir de ahí, me sentí mucho mejor. Comenzamos a bajar para llegar al Hito, yo tenía miedo de perderme, y eso que era el principio, pero Estebita marcaba el camino, y por fin nos fuimos acercando. Cruzamos varias lenguas de nieve, y fuimos cargando agua. Cuánta razón tenía el Gurí cuando nos dijo que no saliéramos cargados de agua, porque había a rolete.
Por fin el primer CPO, que aunque no figuraban en Internet, era la primer firmita en el pasaporte. Por fin se sentía que avanzábamos. En ese momento, firmamos con el número doscientosypico. Casi no paramos —creo— y seguimos camino hacia el siguiente CPO. Nos había costado un par de horas mas que lo que habíamos calculado inicialmente.
Pensar que el día anterior, fantaseábamos con llegar al CPO Pedregoso a la nochecita, con suerte íbamos a llegar al 2…

Marcando el pasaporte en el CPO Hito XXIII

{Del CPO “Hito XXIII” al CPO “Cerro Piñeñe” Mapa 1 (1:50.000) Para ir desde el CPO “Hito XXIII” al CPO “Cerro Piñeñe” de 1914 msnm navegar.}

Salimos del Hito con rumbo al Piñeñe, agarramos una huella de 4×4, caminábamos de re buen humor. El haber marcado el primer eslabón del pasaporte me dejaba contenta, como que estábamos en carrera. El camino nos lleva al que creíamos que era el cerro buscado, costó un poco subirlo, mucha piedra pero la adrenalina por conseguir el segundo trofeo nos hacía subirlo bien.

Cuando llegamos a la cumbre, nos damos cuenta que nos habíamos equivocado, nuestro objetivo estaba todavía a varios km! Iban 23 km y 5horas con 53 minutos de carrera. No habíamos controlado ni rumbo ni altura, solo nos dejamos llevar y caíamos en una especie de trampa. Había que seguir.

Bajamos y entramos en una meseta larga, ya el frío se notaba así que decidimos abrigarnos, yo me puse las calzas largas arriba de las cortas, me puse el softshell y la campera rompevientos, hacía viento frío y el sol se iba yendo. Esteban —todavía no entiendo por qué— dice que se quiere sacar las cortas para ponerse las largas, asi que me dice que mire para otro lado. Yo mientras iba comiendo algo, hidratándome. De repente siento que dice “aah.. ough.. mmm” ¡estaba trabado con las calzas cortas abajo! Yo me lo imaginaba y me empezó a agarrar un ataque de risa, sobre todo porque la única que no miraba era yo, después seguían pasando corredores y no había una mata siquiera para cubrirse. ¡Me vuelvo a tentar de acordarme la situación!
Al fin, ya vestidos y abrigados, continuamos al siguiente pc.

Nos cruzamos a Griffa que iba a las puteadas porque él también se había equivocada subiendo al cuete el cerro equivocado. Ahí lo encontramos al Negro Toledo y sus Secuaces y medio que no nos separamos casi con estos último hasta el final de la carrera.

Llegamos al CPO Cº Piñeñue a las 7 horas 14 minutos después de haber recorrido 28km desde la largada. Nuestro plan inicial estaba descartado. El cansancio de mi espalda era evidente, cada vez que parábamos por cualquier cosa, yo me sacaba la mochila aunque sea por un par de minutos.

Fuimos comiendo mucho, creo que fue el día que mas comimos!

{De CPO “Cerro Piñeñue” a PC1 “Ruinas” Mapa 1 (1:50.000): Para ir desde el CPO Cº Piñeñue” al PC1 “Ruinas” deberán bajar al principio con precaución por la cara Este del Cº Piñeñue hasta que la pendiente se hace mas suave. Luego navegar hacia el PC1 “Ruinas”}

A esta altura del partido, ya mi portamapa con los cuatro susodichos estaban guardados y recontraguardados en uno de los bolsillos exteriores. Como le decía a Estebita, era como una vaca que seguía al ganado, con escasa participación en cuanto a orientación y en el mapa de otra persona. Me daba fiaca.
Eso si, me había tomado el trabajo de plastificarlos con contact después de colorearlos. Eran un chiche. Pero como esos juguetes inservibles.

Emprendimos el trayecto hacia el Primer Puesto de Control, al llegar ahí, comenzaríamos a figurar en Internet como que vamos en carrera. Por primera vez usaríamos el pasaporte magnético tan vonito que nos dieron junto con el de papel.

Atardecía en Pehuenia y nos encaminábamos hacia el PC, no tengo muy presente que pasó hasta un momento que empezamos a bajar una pendiente arenosa. Al fondo se veía el Rio (lejos), Estebita venía atrás, sacaba fotos y yo llegué mucho antes y fui con el Negro, Gonza y Hernán, y también aproveché para huir hacia unos matorrales. Había un grupito de corredores descansando, y no era cuestión de montar el show.

Seguimos camino, a mi me empezó a agarrar un poco de angustia, ni siquiera llegábamos al primer PC y ya anochecía. ¡No íbamos a llegar! ¡No nos iba a alcanzar el tiempo! Íbamos camino a fracasar.
Pero tampoco se podía hacer demasiado.
Había que tener paciencia para no quemarse el primer día, y a mi tampoco me daba el físico para emprender una carrera loca.

Comenzamos a atravesar una plantación de pinos, y de repente nos pasa una camioneta, se detiene un poco y nos dice: ¡El PC está un poco mas adealante!
Ayyy, qué alegría. A mi me agarró casi una cosa religiosa de mover las piernas para llegar. Por fin… cuando ví a lo lejos la carpita que hacía de puesto, salí disparada, quería marcar cuanto antes, como si por no apurarme, no pudiera firmar.

Aparte, era la prueba que iba avanzando, me imaginaba apareciendo por fin en la tabla de posiciones.

{Del PC “Ruinas” a PC “Río Litrán” Mapa (1:100.000): Para ir desde el PC1 “Ruinas” al PC2 “Río Litrán” recomendamos buscar la senda que sube a la Meseta del Arco por el lugar indicado en el mapa. Atención: Arriba de la meseta encontrarán un puesto de un lugareño. Allí nace una huella ancha que atraviesa la Meseta y conduce al PC2. Navegar}

Ya habíamos firmado el pasaporte y pasado por primera vez la tarjeta magnética. Cargamos agua porque según el mapa no había mas hasta casi el PC2.

El chico del PC nos indicó que había que subir por la senda que arrancaba desde un triángulo natural que se formaba de la mitad del cerro para arriba. Era un triángulo formado por árboles, que se recortaba sobre la tierra. Pero casi nadie lo veía. Había que seguir por ahí y agarrar para la araucaria sola que se recortaba sobre el filo.

Ya no quedaba mucho tiempo para que anocheciera, había que apurarse. En este PC nos hicieron mostrar algo del equipo obligatorio que estaba en el fondo de mi mochila, y me costó acomodar todo (en cada puesto, pedían algo de los elementos obligatorio como control rutinario, si algún corredor no lo tenía, quedaba automáticamente descalificado).

Seguíamos con el grupo del Negrotoledo y algunos mas.

Teníamos que hacer un zigzag para llegar al sendero. En eso nos toca cruzar un arroyo, helado-helado, uno de los chicos que venía atrás se cae, alguien grita ¡que lo envuelvan en la manta de supervivencia! A mi me pareció que no era para tanto. Igual, nosotros seguimos.
Si nos caía la noche, iba a ser difícil encontrar “la huella”.

Yo iba como “guía”, increíble… por qué casi nadie había llegado a ver el famoso “triángulo”. Me sentía bastante nerviosa que dependieran de mi, pero habíamos ido para eso, para perdernos.. no, jjaja, para orientarnos.

En eso cayó la noche, y nos aplastó. Se comenzó a ver una luz en el lado derecho, y todos quisieron ir para allá. Yo esbozé un “para ese lado no es, es justo para el lado contrario” pero nadie me dio bola. Así que seguimos a la luz pensando que era un guía de la organización (nos faltaba decir muuu).
Hasta llegué a pensar “que bueno, ya que se hizo de noche ponen una luz para que podamos orientarnos». Ilusos nosotros. Nos habíamos olvidado que estábamos en una carrera de orientación y autosuficiencia.

Obviamente, llegamos a la luz, y resultó ser un corredor perdidísimo que nos pidió seguir con nosotros. Creo que los 10/15 que estábamos ahí lo quisimos ahorcar. Pero ya estaba hecho.
Comenzamos a subir en la oscuridad entre medio de las araucarias y los pinos, era agotador, la pendiente era infernal. Y yo me sentía realmente mal por la inseguridad de estar yendo por el camino correcto. Ya me veía llegando arriba sin encontrar la araucaria solitaria de guía y menos el puesto famoso para agarrar la huella.

Finalmente estábamos arriba, con la lengua afuera, pero en la dichosa meseta. Había que ir para el lado que sabíamos estaba el camino, con el deseo firme de encontrarlo. Pasaba el tiempo, y nada.

En eso viene el chico de la luz, que nos dice a Estebita y a mi, de ir con nosotros. Yo me había quedado con bronquita por lo que había pasado, pero tampoco era cuestión de dejarlo, pero Estebita fue claro “si, podés, pero nosotros hacemos nuestra carrera, si te atrasás o algo, no te vamos a esperar”. Estuvo un tiempo con nosotros y después lo perdimos.

De repente alguien grita: ¡el camino! “¡Aleluya!” —pensé—. Me sentí realmente contenta, eran más de las 11 de la noche en ese momento y no veía la hora de llegar al PC2.

Había gente dando vuelta por ahí, del grupo con el que habíamos subido, pero a Toledo lo habíamos perdido, y queríamos encontrarlo. Y de repente, en medio de la oscuridad, le digo a Estebita: “Estaría bueno encontrarnos con Toledo y sus amigos». En ese instante me habla alguien y era el negro, ¡qué casualidad! Seguimos hacia el puesto, era fácil porque había que seguir la huella. Por ahí llegábamos a un desdibuje del camino por la arena, pero entre todos iluminábamos con los frontales hasta darnos cuenta por donde seguir.

Me sentía super aventurera caminando en medio de la noche, en medio de la nada (con redundancia y todo). Pero ya quería descansar. Mirar el cielo era como mirar un calidoscopio de estrellas, se veía hasta la última de todas. Un cielo infinito y hermoso.

Ya casi eran la una de la mañana y se vemos muchas luces a lo lejos… ¡el PC!
Pero ¡había un enorme río que cruzar previo llegar!

—¡Qué guachada! ¿Por qué tenemos que empaparnos justo antes de llegar? El cansancio había hecho que me indigne, maldecía hasta al Gurí. Ya estaba harta.

Decidimos cargar agua antes de cruzar, asi después seguíamos sin demora, la carpa se la veía a unos 200 metros (creo) y estaba lleno de lucecitas.

El río, obviamente, estaba heladísimo. Era como una avenida de ancho, pero por suerte llegaba apenas debajo de la rodilla por donde pasamos.
A medida que no acercábamos, se veía gente durmiendo en vivacs, carpas; gente cocinando o comiendo.

Firmamos el pasaporte y yo “chusmié” algunos equipos como iban. Iban muy bien, por cierto, casi 5 horas antes habían pasado por ahí.

Nos vamos a buscar un lugar donde acampar las tres horas que habíamos decidido dormir, un lugar lejos de ahí para que no nos moleste la gente al llegar (bah, medianamente lejos). Fuimos caminando, pasamos al grupo del Negro, y Estebita quería ir mas allá. Pero estaba todo húmedo. Volvemos sobre nuestros pasos hasta una explanadita de arena. Seca, ideal para armar la carpa. Él se pone a armarla y yo a cocinar, el menú era sopa maruchán y sanguchitos.

Pongo a calentar el agua, y aprovecho a ir cambiándome. Tenía en la mochi una remera y un pantalón térmicos secos. Asi que me saqué las calzas largas empapadas y las medias, y me puse la ropa seca. Fue el día y la noche. Estaba tiritando. Comencé a entrar en calor y ya la sopa estaba lista. Comimos directamente de la ollita los dos, y cada vez se sentía mejor. Estaba buena la camaradería que había entre los dos. Él enrollaba unos espaguetis y me daba el tenedor para que coma, después comía él.

A pesar del frío, fue un momento re-lindo. Después de un día de mil peripecias, compartir algo tan simple como una sopita caliente con un amigo era como el slogan de alguna tarjeta de crédito: “No tiene precio”

Al lado había uno en un vivisac que roncaba a pata suelta. Y en la carpa de al lado nos gritaron un Shhhh.

A dormir entonces.

La carpa de Estebita, que tan generosamente compartió conmigo, era una Doite Solo Special, o sea, para una sola persona, pero como tiene lugar para poner las mochilas, es como que entraban dos personas.

Acordándome del Cruce, que amanecía todo con rocío lo que dejábamos afuera, saqué el cubremochila y puse todo debajo de ahí, hasta las zapatillas. Se lo dije a Esteban , pero no me prestó demasiado atención. Subí los hombros y me metí en la carpa.

¡Qué placer! Estaba agotada. Pusimos el despertados a las 5 y cerramos cada uno la bolsa de dormir.

A mi me costaba respirar un poco, tenía miedo de hacer demasiado ruido y molestar a Estebita, pero él después me dijo que se iba poner los tapones, asi que no lo iba a molestar, y que tenía que estar atenta al despertador porque sino nos íbamos a despertar al mediodía. Me dormí profundamente, tuve sueños de carrera, montañas y brújulas.
Creo que todos tuvimos el mismo plan, porque empezaron a sonar a coro los despertadores de casi todos. Se sentía el murmullo increcendo fuera de la carpa.

Uno de al lado, le decía a otro que su compañera había pasado una noche terrible, con frío y dolores en las ampollas, que iban a salir mas tarde.
“Pobre” —pensaba— por suerte nosotros habíamos dormido como reyes ahí dentro. Es mas, no tenía la menos gana de salir. Pero Estebita me mandó a hacer el desayuno mientras él empacaba las cosas.

Era de noche todavía y hacía frío.

Afuera me puse a charlar con el de los ronquidos, que resultó ser VictorQ50, del foro. Qué había llegado como tres horas antes que nosotros y había dormido hasta recién. ¡Con razón que roncaba como un condenado! ¡Se había dormido la vida!
Tengo que ir al “baño” pensaba un poco angustiada mientras veía que cada vez había mas claridad, y ¡no se veía ni un condenado arbusto! Dudaba entre ir, dejar todo el desayuno para mas adelante, pero sentía que estaba dejando de lado mis tareas en el equipo si hacía esto.
Así que recién cuando Estebita estuvo listo, vino a tomar el café, yo ya me había embadurnado con vaselina los pies para estar lista para salir y fui en la búsqueda del lugar indicado.

—“Ayy ¿dónde surulo voy?”

Había una pequeña lomita y me encaminé para allá, sentía que todos me miraban pero no había otra alternativa.
Cuando vuelvo, ya estábamos listos para salir, el grupo del Negrotoledo también, asi que partimos nomás.

{Del PC2 “Río Litrán” al CPO “Cerro Pedregoso” Mapa 2 ( 1:100.000): Para ir del PC2 al CPO “Cº Pedregoso” sugerimos subir entre las lomas 1597 y 1611. Después cruzar el cañadón del Arroyo Quirinco. Luego bordear el Cerro Quirinco y desde allí navegar recto hasta el CPO Cº Pedregoso.}

Arrancamos —a mi parecer— sin rumbo fijo. Estebita creo que le había preguntado al amigo del PC, pero ni tiramos rumbo ni nada…

Subimos un poco hasta que llegamos al Cañadón: ¿por dónde cruzar? era el dilema. A esa altura Dimi y Absis del foro andaban nosotros, y pero básicamente éramos el grupo del Negro y Estebita y yo. Había otras personas, pero en realidad nos preguntábamos entre nosotros.
El cañadón era imposible de pasar. A uno de los chicos se le ocurre dar una vuelta gigante sin perder altura para cruzar, para la derecha se podía hacer eso, pero era mucha vuelta. Nosotros preferimos seguir intentando ahí.

En eso vemos a uno que estaba del otro lado ¡¿cómo hizo?! Porque apenas estaba emergiendo de la quebrada, y no se veía ningún lugar de paso, o sea que estábamos ante un misterio digno de resolver.

Pero no andábamos con demasiadas ganas de jugar a Sherlock, uno le grita:

—¡¿POR DONDE CRUZAAARON?!
—¡POR ACÁAA! (Señalando una bajada empinadísima).
—¡¿Y CÓMO HICIEEEEROOON?! (A ver si nos tiraba alguna data… )
—¡PONIENDO MUCHO HUEEEEEVVOOO!

Buscamos, buscamos y buscamos pero no encontramos mucho huevo dando vuelta, así que seguimos buscando alguna senda.

Al rato, por suerte, Estebita grita ¡por acá! Y pudimos bajar por una bajada ree empinada pero por lo menos sin tanto matorral espinoso y la arena ayudaba bastante.

El Arroyo Quirinco era apenas un hilo, asi que por unas piedras y un poco de ayuda fuimos pasando.
Ahí nos enteramos que Dimi había puesto huevo y se había mandado nomás por donde decían los corredores “huevones” (je).

Seguimos para arriba ahora, y a mitad de camino Esteban necesita “descargar tensiones pesadas”, me dice “seguí Anita que te alcanzo”, pero entre que no quería desencontrarme con él, y estaba cansada, aproveché unos metros mas adelante y me saqué la mochila al lado de una araucaria y me puse a comer algo.

El paisaje era hermoso, como todo el recorrido de la carrera, aunque un poco mas boscoso que en otros lugares, y te llenaba los pulmones el olor intenso a pino que había.
Fueron casi diez minutos —creo yo— que estuve en ese limbo, hasta que apareció mi partner con una sonrisa de oreja a oreja, había encontrado una rama que le había servido de inodoro.

Seguimos a buen ritmo luego del descanso y alcanzamos a los chicos cuando todavía seguíamos subiendo.

Entre el PC2 y el CPO había 10 km según los cálculos que habíamos podido hacer el día previo a la carrera, así que imaginábamos que habiendo ya pasado la cumbre del Cerro Quirinco, estaríamos a mitad de camino.

Seguimos por toda una zona de mallines, agua por todos lados. Había un sol radiante y ya se veía a lo lejos el Cº Pedregoso.

El CPO no se veía, y según el mapa, estaba en la cumbre del Cerro, pero no estábamos seguros de en que cumbre estaba, porque se veían como dos. Así que muy inteligentemente, Estebita dijo de subir enfilando hacia el collado, para ahí husmear donde estaba el puesto.
A la derecha veíamos el Lonco Loan, donde teníamos que ir después.

Mallines y el lonco Loan a la derecha.

Fue super dura la subida, así como su nombre lo indica, había piedras por donde lo mires. Muchas de ellas, tipo lajas, que se movían y te la hacían parir. Yo me rezagué ahí, como en casi todas las subidas.

Llegué con la lengua afuera. Cada vez que llegaba a un puesto, me agarraba un ataque de firmar cuanto antes, después me relajaba y hasta me sacaba una foto. Había mucho viento y nos fuimos rápido hacia el PC Virtual en la cumbre del Volcán Lonco Loan.

{Del CPO “Cerro Pedregoso” al PCV “Lonco Loan” Mapa 2 (1:100.000) Para ir del CPO “Cº Pedregoso” a la cumbre del Cº Lonco Loan navegar. EL Cº Lonco Loan es un antiguo Volcán de color rojizo con forma de cono. Atención: este es un PCVirtual y se encuentra en la cumbre de este volcán, allí hay una gran pirca de piedra con un cartel, usted debe decir luego en el PC3 de que material está hecho el cartel: de madera, de plástico, de hierro, de lona?}

Al fondo, el volcán Rojo Lonco Loan

Nos indicaron que bajáramos con precaución por el lado X, y después era ir hasta el conito coloradito que se veía claramente. Era rojo como un semáforo.
Cuando nos fuimos acercando, y pisándolo, este color se lo daban miles de piedritas coloraditas que tenía en sus laderas el volcán.
Si el pedregoso fue empinado, este se sacaba el premio mayor.
El viento no ayudaba. Tuvimos nuestro momento estelar cuando apareció el Helicóptero y nos enfocaba (no se si fotos o filmación) pero yo quería llegar arriba.

Finalmente hicimos cumbre. Se veía la pirquita y el cartel: era de hierro agujereadito con un nombre ¿era una tumba? No lo se. Pero si había un viento de la gran flauta.

Me fijo si hay señal, y lo llamo a Lucio, que mucha bola no me da que digamos. Yo estaba re emocionada después de haber hecho ya quiticientas cumbres entre los dos días y él me hablaba de nosequecumpleaños. Perdí señal al toque de moverme de la cumbre. Y seguí camino con los chicos.

{Del PCV “Cº Lonco Loan” al PC3 “La Pampa” Mapa 2: Navegar, en el PC3 deben responder la pregunta del PCVirtual}

 


No era demasiado complicado ir hasta el PC3, se lo veía abajo al fondo. Estebita estaba re contento porque había podido hablar con su novia y eso lo llenaba de una energía increíble.
Llegamos y marcamos pasaporte y tarjeta magnética. Nos preguntaron lo del cartelito y nos hicieron mostrar el calentador (en cada pc había que mostrar algo del equipo obligatorio).

Ahí chusmeo por el equipo de Gustavo y veo que abandonaron, se me cayó el alma y encima me dice que fue porque él se había descompensado.

{Del PC3 “La Pampa” al PC4 “Escuelita” Mapa 2 y Mapa 3 (1:50.000) Para ir del C3 “La pampa” al PC4 “Escuelita” sugerimos seguir el rumbo que bordea por el este la cumbre del Co Lonco Loan Chico y conduce a la bajada de los riscos de la Pampa. Atención: Habrá patrullero justo donde se inicia la senda de bajada. Al terminar la bajada seguir rumbo que pasa por la costa sur de la lagunita que figura en el mapa. Navegar hasta el PC4 “escuelita” En este PC funcionará la cantina}

Emprendimos camino hacia la patrulla de los riscos previo al PC4, primero unos mallines y después un caminito. En algún momento paramos porque me volvía a pesar la mochila, también comimos algo mas, ligué un pedazo de chocolate “Águila” del Negrotoledo que me supo a gloria ¿cómo no había llevado chocolate entre todas las boludeces que tenía en la mochila? Me volví a envaselinar los pies y seguimos. Se hacía largo. Primero me quejaba por las subidas, pero ahí, en esa inmensa planicie, se hacían lunga-lunga las distancias.

Ya era la tarde y cuando nos vamos acercando al cerro Pichi Lonco Loan (o Lonco Loan Chico), Estebita sugiere no ganar altura como dice el mapa, sino darle la vueltita bien por el costado del cerro, ya que no hacía falta porque no había ningún pc ni nada.

Fuimos perfecto, ganamos un montón de tiempo, pero en algún momento nos desviamos muy al norte. Caímos en una subidita llena de matorrales cerradísimos que casi era imposible pasar. Estuvimos por pegar la vuelta para intentar otro camino, yo pensaba “por favor, por favor, no; sigamos por acá, no quiero desandar todo” pero por otro lado, nos estábamos yendo para la “miércoles”.

Por fin llegamos a la altura que buscábamos, pero de la patrulla ni noticias. Nos pusimos al reparo de una gran araucaria y algunos de los chicos se fueron a pispiar la zona, a ver si la encontraban.
Una parejita se nos había unido, y ella saca unas frutigran de avenas y pasas (que me encantan) y no se si puse alguna cara que me evidenció o que, pero me tiende el paquete para que saque una. En cualquier situación, uno diría si y se la come sin problema, pero en las circunstancias que estábamos, me sentía sacándole la comida de la boca, pero eran irresistibles. Me fui comiendo montañita por montañita hasta que me quedó una sola y glup, me la terminé con toda mi culpa incluida.

Había vuelto el grupo de “avanzada” y como bien suponíamos, íbamos a tener que intentar encontrar la patrulla caminando por el borde del filo hasta verla.
El del PC anterior, nos había tirado la “data” que la patrulla estaba justo en línea con una araucaria gigante… ¡Había cientos de araucarias enormes! Parecía una broma de mal gusto.
Asi que fuimos formando una línea perpendicular al filo barriendo para ver si dábamos con el lugar para bajar los riscos.

Alguien, en un momento grita: ¡por acá se podría bajar! Pero a mi no me parecía coherente, por algo habían puesto la salvedad de encontrarla para que te indiquen por donde bajar. Uno de los chicos iba tocando el silbato para ver si el patrullero nos escuchaba, pero no hubo caso. Seguimos por en medio de ese bosquecito de araucarias y pinos hasta que se oye el grito ¡Acá está!

Con el Patrulla, atrás las araucarias y hacia abajo, a donde teníamos que ir.

Qué alegría que sentí, por un momento me imaginaba pasando la noche ahí sin poder hacer nada.
Cuando estuvimos todos, no muestra donde bajar y allá a lo lejos se veía el techo verde la escuelita rural que hacía de PC y campamento.

Arranqué primero y me siguió Estebita, y después cambiamos y él fue guiando. Atrás venía la patota. Ya no veía la hora de llegar, estaba cansada y medio hambrienta. Pero se hizo largo el camino, parecía que alguien nos iba moviendo la escuela a propósito. Ya atardecía y teníamos el aviso que esa noche iba a haber tormenta, así que teníamos que apurarnos, pero no llegábamos mas, nos metimos por un filo lleno de espinas que no teníamos como bordearlo.

Por fin Gonza parece que llega a la escuelita, pero no había movimiento ni nada. ¡qué raro! —dijimos todos—, pero al toque pasa un auto y nos indica que la escuelita era la casa que estaba unos metros mas abajo todavía.

Nos agarra un envalentonamiento y hasta creo que corrimos (o lo aluciné, como tantas cosas en esta carrera) . Eran pasadas las 20:30 hs

Vamos a marcar los pasaportes, pero nos dicen que nos lo retienen hasta que nos vayamos, para saber la hora de salida de cada uno. Igualmente, nuestra idea era comer algo y salir hacia el 5, nos daba la sensación de estar en un zona de muerte, donde muchos corredores abandonaban.

El olorcito a comida que había era mortal, el apetito que ya estaba totalmente abierto, explotaba dentro de cada uno. Asi que nos dipusimos a comprar los patys, yo me encargué de ir por los de Estebita y mios. Pero me dí cuenta que no tenía la menor idea donde había guardado la plata: pagó la ronda mi compañero.

Ahí había señal, asi que llamamos a nuestras familias. Mamá me contó que iba 7ma en Damas, ¡casi me caigo de traste! Tomé una coca fresca que fue la cosa mas rica que probé…

Nos empezamos a arreglar las patas, ahí me veo una pequeña ampolla, la primera: ufa. Me puse un compeed, o mejor dicho me lo intenté poner, porque la mezcla de vaselina, tierra y noseque era infernal. Mas vaselina, y como la tormenta ya se nos venía encima nos pusimos el equipo de lluvia, medio a las apuradas porque ya caía la noche y queríamos salir rápido para el PC5.

Nuestra idea era tratar de llegar esa misma noche, aunque sea tipo 2 de la mañana.

Varios de los chicos, se quedaron a pasar la noche ahí. Absis estaba en la duda, casi viene, pero al final se quedó a dormir ahí, y a la mañana abandonó (creo).

{Del PC4 “Escuelita” al PC5 “Arroyo Relem” Mapa 3 (1:50.000) Deberán cruzar el puente de hierro sobre la naciente del Río Aluminé y continuar hacia el Oeste por el camino unos 2 km apróx hasta encontrar un camino que sube hacia el Sur. Tomar por este camino hasta bifurcación, pasar tranquera y seguir pr el camino que va siempre por la margen derecha del Arroyo Relem hasta llegar al PC5}

Salimos del PC4 con un fuerte viento, y ya las nubes habían cubierto el cielo, de la poca luz que podría haber habido, no quedaba nada. Seguimos por la ruta hasta el puente y cruzamos el Aluminé, teníamos que hacer 2km y ahí agarrar el camino que subía hacia el Sur. Los chicos sabían bien donde quedaba este camino porque hacia allá quedaba su cabaña, yo venía masomenos, me dolía la espalda y estaba cansada. Ya esa altura creo, habíamos cambiado el plan y decidimos seguir hasta justo antes antes del vado que cruzaba el Arroyo Relem, y dormir secos de esta forma.

Había que seguir por ese caminito uno poco mas de diez kilómetros, asi que perder no nos íbamos a perder (a lo sumo, nos ahogábamos, si seguíamos por el arroyo). Cada vez me quedaba mas atrás, les pido al grupo parar un poco para descansar, en realidad por segunda vez lo hacía, antes sin pedirlo, mientras esperábamos a Gonza y Hernán que se habían ido a “hacer un trámite” había aprovechado a descansar un poco, sin sacarme la mochila pero apoyándome en una montañita justo donde doblamos para agarrar el caminodelsur.

Estaba tipo autómata, creo que Estebita se daba cuenta o se empezó a dar cuenta, porque me preguntaba si estaba bien, si quería descansar nuevamente.

¡Qué buen equipo extraficial que hacíamos! Después, yo le comenté que tenía la sensación que él había puesto mas en esta unión concubina, y que sentía que había sido la más débil, hasta me había dejado cuidar.

Cada vez que me lo preguntaba le decía “no, está bien” Quería llegar cuánto antes al vado.
Pasamos por un cartel, y todos empiezan a bromear, que era como un cartel que te llevaba a la muerte o algo así. A esa altura, serían las once de la noche.

Empecé a sentirme peor, ya no podía encontrar posición cómoda con la mochila, me estaba aniquilando poco a poco, o mejor dicho… “mucho a mucho”. Yo soy de hacerme la cabeza, y ahí, en mi interior, sentí la derrota. Tenía ganas de llorar. No podía mas. Le digo a Esteban que no puedo seguir. Él, con una bondad infinita, me llevó tranquilidad (me emociono de solo escribirlo…):

—¿Querés que paremos acá? No te preocupes, yo hablo con los chicos. No te preocupes Anita, paramos acá y armamos la carpa, así descansás.

Inmediatamente que él se adelantó para alcanzar y hablarles, yo me derrumbé a la vera del camino y cerré los ojos, no me importaba la lluvia que ya caía, ni nada, necesitaba descansar. Escuché toda la conversación (la primera parte) que todos dijeron enseguida que sí, con muchísima buena onda.

Me despertó un grito de Estebita: “¿¡Acá está bien!?”, en realidad, no se si me lo preguntaba o me lo decía, pero me levanté y me fui caminando hacia allá, era una plantación de Pinos (Elliot me parece), le fui ayudando cuando me pedía y ni bien estuvo armada cubrimos las mochilas por la lluvia después de sacar las cosas para dormir y nos fuimos adentro. Había agarrado algunas cosas dulces que las fui comiendo mientras me preparaba. Cubrimos la parte de los pies con las camperas impermeables (¡qué buen invento el goretex!) porque la carpa condensaba un poco.
Pero no me abrigué, dormí con la remera térmica y la calzas. Formábamos entre los dos una salamandra humana que nos permitía dormir calentitos.

Los chicos se habían armado el campamento a unos cien metros según los cuentos de Perez. Habían quedado en que nos despertábamos a las cinco de la mañana para seguir.
Me desmayé casi al instante que cerré la bolsa de dormir, y creo que Estebita también.

Tipo cinco de la mañana, sentimos que el negro nos habla y nos dice que ellos ya están listos para irse, ellos no tenían carpa y habían pasado muy mala noche con la lluvia y el viento y estaban muertos de frio. Que nos esperaban en el puesto que estaba supuestamente unos metros mas adelante en algún lugar antes del vado y no preguntan si teníamos café. El único que hablaba era Esteban, yo no podía articular palabra todavía, pero les recalcaba que no nos esperen, porque todavía estábamos verde.

Como si estuviera en casa, estaba remoloneando sin ganas de levantarme, se sentía el goteo de la lluvia y peor aun, ¡tenía ganas de taparme hasta las orejas!
Esteban fue el valiente, salió y me dio la noticia que la lluvia no era tal, era casi una fina garúa, asomé la cabeza para ver y ya siendo de día, era como un amanecer verde. Las miles de gotitas hacían de prisma que multiplicaba en mil tonos de verde la atmósfera.
Me di cuenta que no veía bien, me dio miedo haber empeorado de los ojos, porque no me había traido las gotitas, pero en ese momento Esteban se pone a reir y me dice que mis ojos apenas se veían de lo hinchado que tenía los párpados, Bueno —pensé— por lo menos eso en algún momento se deshinchará.

Me metí en la carpa como un caracol para arreglarme los pies, mas que nada ponerme vaselina, porque no tenía mas ampollas que la que me había curado en el PC4.

Ya no había mas escusas, y salí. Sobre todo porque sentía que la vegija me iba a explotar.
Después mordisqueé un “sanguchito” de jamón crudo y queso addler que me dio Esteban y algunas barritas, guardé comida en los bolsillos de adelante y casi estaba lista.

En ese ínterin que nos fuimos despertando-acomodando lentamente, fueron pasando corredores por el camino, nos pasaron varios. Ahora, ya descansada, me agarró un poco de ansiedad de empezar a rezagarnos, y no se si lo miré raro o que, Esteban me dice “ya se que estoy lento, pero necesito este tiempo”. ¡Está bien! —le digo— con todo lo que él venía haciendo por mi, no le podía decir nada a él. Mas allá que realmente no me importaba demasiado, salvo un pequeño escozor (muy pequeño, pequeñito).

Finalmente salimos. ¡Qué hermoso era el paisaje! A pesar de que estaba lloviznando, se podía ver hacia el fondo las montañas con lo que suponíamos que serían los filos por donde pasaríamos.
Ahí nos encontramos con Pitty y su grupo, me extrañó verlo solo, ya que él había salido con Horacio, pero me cuenta que Horacio había abandonado en el CPO Pedregoso, me dio mucha tristeza porque sabía todo lo que se había preparado, todas las ilusiones que había traído a Pehuenia.

Íbamos viendo si encontrábamos a los chicos, nos habían dicho que nos esperaban en el puesto, pero al final habíamos tardado casi una hora y media mas. ¡Si habíamos salido a las siete de la mañana pasadas!

Llegamos al dichoso vado, había gente sacándose las zapatillas, las medias y subiéndose las calzas. Pero nosotros nos mandamos así previo cargar agua.
Ni decir de la temperatura del agua, auchhhh y mas auchhh. Teníamos que cruzar varios arroyos hasta llegar al PC5, asi que seguimos así.

Iba con la mirada al piso no se bien porque, por la lluvia por ahí, aunque creo que justo ahí no caía casi agua, escucho que Esteban me dice: “¡Anita! ¡mirá, te estás perdiendo todo el paisaje!” Y si, era alucinante.

Comenzamos a subir y yo siento una “piedrita” en una de las zapas, y mientras me la sacaba (a la zapa) me dí cuenta que lo que me iba a encontrar no era una piedra, sino una ampolla. Y así fue. Saqué el botiquín e intenté curarme, mientras Esteban desarmó la mochila para sacar la carpa, porque pensaba que sus anteojos habían quedado dentro.

Nos siguen pasando, pero no podía hacer demasiado, salvo curarme bien para no tener que volver a parar por lo mismo.

Después de bajar lo que habíamos subido entramos a un valle que estaba cruzado por quiticientos arroyitos, arroyotes y pseudoarroyos. Llegó un momento que nos mareamos, y ya no sabíamos cuántos habíamos pasado. Según el mapa habíamos deducido que teníamos tres en el camino, pero alguien nos estaba haciendo una broma pesada y nosotros empezamos a discernir medio en broma medio en serio, en que categoría los encuadrábamos.

Llegó un momento, que estábamos tan re-podridos del agua, que nos pusimos a charlar como si tal cosa con las patas sumergidas en un arroyo, totalmente anestesiados ya por la lluvia y los constantes cruces de arroyos.

En un momento nos cruza el Gurí y Vero, que iban en una camioneta hacia el PC5. Se detienen a hablarnos y nos dicen que se nos ve bárbaro (ja) que sigamos adelante que queda lo mas lindo (y duro).

Al rato, comenzamos a cruzarnos con corredores que volvían, el frío había sido fatal para ellos y ya no podían seguir mas, regresaban hacia el PC4 para poder volver a Pehuenia. En uno de esos grupos, lo vemos a Gustavo Corral, y nos cuenta que habían pasado la noche arriba, en las montañas, y que la lluvia lo había dejado destruido por la hipertermia, su compañero, El Negro, había seguido con Zanetti en un intento de terminar la carrera, por mas que ya estaba fuera de la clasificación.

Después nos enteramos que ahí, había llovido en serio, y que muchos de los que esperaron la luz de día para cruzar los filos (la organización cerró el paso hacia los filos la noche del jueves por seguridad de los corredores) habían abandonado por frío y agotamiento.
Eso había sido algo que nos habían recalcado, que para cruzar los filos para la mayoría de los mortales, iba a ser casi imposible, que aconsejaban luz del día para eso.

A medida que seguíamos en camino hacia el 5, seguían pasando corredores de vuelta. De repente pasan dos camionetas de la organización llenas con corredores que habían abandonado, era re triste. Después de prepararte tanto durante todo el año, tener que tomar la decisión de abandonar… ¡qué duro! Pero Gustavo Corral dijo algo totalmente serio en su crónica, que la decisión de abandonar, fue también pensando en su familia. Siempre hay una chance para volver, no hay que perder eso de vista y cuidarse.

Era casi mediodía, y de solo pensar en nuestras delirantes conjeturas en el PC4, que íbamos a estar llegando al 5 tipo dos de la mañana, nos comenzamos a reír a carcajadas, y con cada una a mi me mataba la espalda: ay, ay, ay. Qué poca experiencia la nuestra.

Miro hacia un claro adelante…

—¡gente! ¡mirá, mirá, es el PC!
—¡En serio! ¿dónde?
—¡Allá! ¡Mirá!
—Anita, son vacas, no es gente, estás alucinando…

Qué desilusión, no veía la hora de llegar. El plan era comer algo caliente y seguir.

Cuando finalmente llegamos, los vemos al Negrotoledo, Gonza y Hernán que se habían construido un “petit-hotel” con un plástico negro y unas ramas para descansar algo mas secos. ¡Hasta un fueguito había!

No sabía por donde empezar, quería secarme los pies, calentarme, comer, sentarme en algo que se asemeje a un banco (y que este cerca del fuego).
En eso andaba (elucubrando por donde empezaba pero sin hacer nada) cuando viene el chico del PC (que era un divino) y dice que iba a apagar el fuego porque la gente se quedaba mas tiempo y no subía, y a las cinco de la tarde se cerraba el PC y nadie iba a poder subir mas ¡horror!

Me siento en una piedra y me pongo a calentar el agua para el arroz con pollo al curry iofilizado que iba a ser nuestro almuerzo, o mejor dicho, lo intento, porque a todo esto, seguía lloviendo.

Mi idea original, era tomar solo un café caliente, pero al final me tenté, me puse a comer un triangulito de queso addler mientras llegaba Esteban que no se que había ido a hacer y cuando llega le pone al agua al pack, era todo nuevo, porque ninguno tenía mucha idea de cómo se hacía, pero Claudio se lo había regalado a Eseteban que estaba c-h-o-c-h-o con su comidita de 1.500 calorías tan chiquita y compacta. Supuestamente había que esperar cinco minutos. Cuando la abrimos tenía rico olorcito, aparte ¡era algo caliente!
Prueba él:
—¡mmm esto está buenísimo! ¡Probá, probá!
—mmsi, como que le falta sal, ¿no?
—¡NO! ¡Está perfecto! Comé Anita, comé.

Nos íbamos pasando el paquetito para ir comiendo. Cuando no quedaba casi nada, miro y veo todo el condimento “al curry” que había quedado en el fondo y en nuestra inexperiencia no habíamos revuelto bien ¡con razón que no tenía mucho gusto a nada. Pero Esteban no se cansaba de reptir lo bueno que había estado el bendito arroz.

El chico del pc se pone a hablar por radio con el Gurí, que estaba arriba poniendo algunas cintas guías porque había mucha gente perdida que no había encontrado el camino correcto hacia arriba.
Escuchamos todo la conversación y nos recalca que vayamos en grupo, que era peligroso ir solos.

Un chico que estaba ahí me dice: —¿vos sos la chica que estaba en Perú Beach entrenando cuestas hace como un mes y que tenía miedo de no poder ver nada por que tenía los ojos hechos pelotas por una conjuntivitis?
—¡Siii!, —le digo, la misma que canta y baila (o mejor dicho que se arrastra y susurra)
La chica que estaba con él, —intuyo, la novia—, se empieza a reir diciendo que era lo mas cuerdo que decía desde hace rato.

La gente se empieza a movilizar y a Estebita le agarra un ataque, “¡vamos Ana, que tenemos que subir en grupo! ¡No nos podemos quedar solos!».

Estaba tomándome un cafecito que había preparado para todos, porque había varios que querían y que me lo terminé tomando sola, guardé todo y salimos disparados, Éramos los últimos de nuestra tanda. En eso llega Mauricio al PC, el amigo de Silvia y Claudio, que nos cuenta que se había perdido, porque él corre bastante mas que nosotros. Bueno, nosotros no estábamos corriendo nada, es una forma de decir mas que nada. Después pasaría a toda velocidad casi llegando a la primer patrulla.

{Del PC5 “Arroyo Relem” al PC 6 “Moquehue” Mapa 4 (1:50.000)
Atención: Gran parte de este trayecto será por alta montaña, pasarán dos cumbres de mas de 2.000 mts. Para ir del PC5 al PC6 deberán navegar siguiendo el itinerario marcado en el mapa: cruzar primero el arroyito que baja de la cara Sur del Cerro2056. Luego subir por el bosque abierto al “lomo” de la margen derecha del arroyo que acaban de cruzar. Continuar por el “lomo” hacia la cumbre 2056.
De la cumbre 2056, continuar por el filo hacia el oeste pasando por un corto collado hasta la cumbre “hermana” que figura en el mapa. Máxima precaucion en este cruce, pasarán por nieve, cuidado al llegar a la cumbre “hermana” con rimaya entre la nieve y la roca. Prestar mucha atención a donde se pisa!!
De la cumbre “hermana” seguir por el filo hacia le Norte, pasarán otro collado y bordearán la próxima cumbre por el Oeste sin perder altura.
Continuar hacia el siguiente collado donde deberán buscar la parte mas baja del mismo y desde allí bajar hacia el oeste. Ingresarán a un bosque abierto, bajar con precaución hasta encontrar un camino maderero. Continuar bajando por éste hasta llegar al PC6 “Moquehue”. }

Primer arroyo buscando el sendero, la última soy yo.

Yo iba memorizando las señales que había supuestamente dejado el organizador para encntrar la senda correcta, estaba muy nerviosa de terminar en cualquier lado. Primero una cinta, una bifurcación, un espejo de supervivencia sobre una tronco… ¿o era una roca? ¿Y después…? ayyy, ¡no me acordaba nada!

Esteban estaba muy seguro, y al poco tiempo nos topamos con varios grupos que dilucidaban por donde seguir. Igualmente, ya estábamos en un punto, que lo que había que hacer era ganar altura para llegar a la patrulla, uno dice ¡por acá! Y si, una pequeña cintita atada a una rama. ¡Gracias Gurí! —agradecí internamente—.

El saber que íbamos bien encaminados me dio fuerza, llegamos a una subida que era roca pura, con pequeñas cascaditas que caían entre las rocas. Estebita venía atrás, pero venía, yo no se de donde había sacado la fuerza que tenía, pero subía bien. Me puse a hablar con el mismo chico de antes, el de Perú Beach, se llamaba Juan y llegamos juntos arriba. La novia con una energía increíble había subido creo que primera.

Fue un golpe el ver el paisaje: las cumbres nevadas en hilera, que a pesar de estar nublado y con una leve neblina, no le quitaban encanto.

Mas adelante se veía la carpa roja de alta montaña del Patrulla, y me encaminé hacia allá. Estaba el grupo de los que habían subido con nosotros, y fueron con el patrulla que les indicaba por donde seguir hasta la siguiente patrulla. Me entretuve viendo la hilerita que se iba formando ¡no podía creer para donde se dirigían! Miro para atrás y venía Esteban con los chicos, y cuando llegan me reta un poco “Anita, no te podés quedar quieta con tanto frío, la próxima vez que me tengas que esperar, por lo menos caminá en círculos, es importante que te mantengas en movimiento, sino sos boleta”.

Por los filos. Yo, Estebita, y al fondo Gonza sin bastones.

Escuchamos las indicaciones del Patrulla: “Mantenerse juntos, caminar bien por el filo hacia allá (lejos y alto) no tienen que pisar mucha nieve, si lo hacen, están en el camino equivocado, solo van a cruzar unas lenguas de nieve”. Igual había precipicio para ambos lados, asi que no veía la forma de equivocarnos.

Emprendimos la marcha, adentro mío, el corazón empezó a latir fuerte. Estaba emocionada. Yendo por esos lugares que algunas veces imaginé estar, por las cumbres de Montañas nevadas, solitos con nosotros mismos ¡qué belleza!

El viento azotaba fuerte, y hasta en un momento la lluvia se convirtió en pequeños granizos. Por el frío habíamos incrementado la velocidad, los guantes estaban empapadísimos, intenté sacármelos y quedarme sin ellos pero era peor, por mas que estaban hechos sopa algo mas calientes estaban las manos.

Esteban venía atrás, asi que de vez en cuando iba parando para quedar junto a él. Sacaba fotos, filmaba, se lo veía contento a él también.

Antes de llegar a la segunda Patrulla, nos pusimos al reparo de unas rocas y descansamos un toque, yo tenía la vejiga a punto de explotar, mucho lugar para buscar no había y me fui atrás de la misma roca. Me reía sola, estaba haciendo pis en el borde una especie de acantilado con viento que chiflaba de una forma increíble.
Llegamos a la segunda patrulla, el chico estaba metido en la carpa y nos explicó como hacer.

Acá ya teníamos varios tramos de nieve medio peligrosa, caminamos con cuidado sobre la misma huella de otros corredores y llegamos a un cruce que habían puesto una soga para que nos agarremos por seguridad. La nieve no estaba tan profunda, pero si había viento, y tenía para la derecha una pendiente “interesante” que de solo imaginarme rodando por ahí me agarraba escalofrío.

Finalmente llegamos a la última patrulla, ahora había que bajar hacia un bosque y seguir por un camino maderero. La primera bajada era toda arenosa, me caí un montón de veces, y cuando entramos al bosque, el suelo era tierra húmeda removida, segúía siendo empinadísima y sguimos cayéndonos a cada rato. Ya estaba harta de caerme, parecía una milanesa de tierra.
El sendero hasta llegar al camino fue complicado y por momentos casi no sabía por donde seguir. Bordeábamos un arroyito y en un momento casi cruzo para cualquier lado. Estábamos solo Esteban y yo, y yo seguía dudando si íbamos bien.

Por fin llegamos al camino, estaba cansada. Rebusqué en mi cabeza a ver que me quedaba para comer en la mochila, quería algo dulce y rico: ¡mi super turrón navideño bañado en chocolate! Me había comido muchas gastadas por él cuando armaba la mochila… en cuanto se lo mostré a Esteban lo agarra y como poseído por un demonio empieza a gritar “¡es todo para mi, no te voy a convidar!” (en chsite, obvio).

En un principio, nos imaginábamos llegando el sábado. Hasta yo quise averiguar bien la hora de cierre del sábado, porque tenía miedo de que entremos tarde, pero pensando entre los dos, nos dábamos cuenta que con suerte esta misma noche podríamos estar durmiendo en la cabaña..
Comer ese turrón lleno de azúcares nos volvió a la vida, creo que me comí el 60% yo, ¡y era grande!

Ahí se nos acopla cerca un corredor que habíamos pasado pero ninguno de los dos tenía mucha onda con el intruso, sobre todo porque se puso a menos de un metro caminando atrás nuestro y era molesto.
Grrrr. Nos quedamos rumiando los dos y no seguimos hablando.

Pasamos una granja, ya estábamos cerca del PC. Esteban me grita para que me ponga junto a unos chanchos que estaban ahí para sacarme una foto. No le hice caso, con el PC6 tan cerca, solo quería ancontrarlo, eran casi las 5 de la tarde y quería llegar. Pensaba que teníamos por delante, después del Pc6, el cruce del Arroyo Blanco, que supuestamente nos iba a llegar a la cintura, pensaba en mas agua helada, mas frío… ayyy, no quería.

¡Por fin el PC! Estaban el negrotoledo y sus amigos, nuestros compañeros de tantos momentos…
Entro a la carpa y cuando me sellan el pasaprte me dice que hay cambio de recorrido, en vez de ir por el sur de lago Moquehué, había que ir por el norte. De buenas a primeras, ya no había que cruzar el arroyo Blanco. Me dio una alegría tan grande, que a los que fueron llegando detrás nuestro, les contaba del cambio de recorrido.

La idea era comer algo caliente ahí, pero como había que cruzar un arroyo apenas saliéramos para el camino, decidimos cruzar primero y después secarnos, comer, descansar.
Uno de los del pc con mate en mano me convida un par.. ¡qué rico! ¡No me quería ir solo por esos mates!

Pero al fin cruzamos, veo a un hombre del otro lado y le hago señas para que me indique por donde cruzar, pensaba que era alguien de la organización. Pero de repente me doy cuenta que se reía, y ahí lo reconocí, ¡era Marco! Que nos había estado esperando para sacarnos unas fotos.

El PC6 al fondo y el vado que cruzar .

Me costó bastante cruzar el arroyo, me sentía cansanda. Ahora, viendo la foto, ya tenía la cara completamente hinchada y se me notaba el agotamiento ( y mi nariz enorme).

Nos saludamos con Marco, ¡qué increíble verlo acá! Y que bien se sentía ver una cara amiga.
Había una cabaña a medio construir que había sido tomado por asalto por los corredores para guarecerse de la lluvia, y fuimos allá que estaban los chicos también. Ya adentro, nos enteramos que el dueño, que estaba ahí, había dado permiso para que entren. Estaba llena y por afuera en el alero también había gente curándose los pies, comiendo algo, descansando patas para arriba. Yo estaba adentro pero como no había ventanas podía hablar con los chicos que estaban afuera.

Deicidimos no tardar demasiado, total nos restaban 22 km (eso pensábamos, en reallidad fueron 25) algunos se cambiaron de ropa y sacamos cosas para ir comiendo en el camino. La vedette fue el “fuet” que como nadie había sacado el cortaplumas, lo íbamos comiendo a mordiscones, con un pan de campo que todavía no me explico como apareció ahí.

Casi agarramos para el lugar equivocado de no ser que apareció en una camioneta Erico. Seguimos nuestra última travesía por el camino de ripio.

Íbamos en eso, cuando se nos acerca una camioneta ¡eran Claudio y Silvia! Qué alegría que fue verlos, sobre todo para Estebita. Nos dieron noticias de los amigos y vinieron munidos de una coca, que yo no se por qué, en ese momento no me dio ganas de tomar.
Ya había entrado en ese estado de “quiero llegar” y me fui adelantando. Esteban Charloteaba con los chicos, estaba super emocionado, feliz y contento.

Me grita: “Escuchá esto Anita” y se me adelanta (no me acuerdo que era lo que quería que escuche) .

Los chicos se van, y él la llama a VIV, estba como en un estado de algarabía increíble.
De apoco va oscureciendo y nuestras fuerzas también, y todavía teníamos por delante varias horas por delante.

Me dice de tomar un gel, y yo no quería mucho un gel en ese momento. “Dale, paramos a hacer pis, y yo saco un gel para cada uno” “ok” le digo, y fue increíble el tomar ese gel, y eso que era los de guaraná que a mi me parecen espantosos por lo amargos que son. Pero pude tirar un rato mas.

Estebita llama a Viv por el Celu y le dice que me aliente que me veía decaída, asi que vía celu desde Buenos Aires se la oía alentándome. ¡Qué buenos esto de la tecnología!

Llegamos a la ruta asfaltada ya de noche, ahí estaba el puesto de gendarmería y cuando pasamos por ahí, el gendarme nos ofrece un cafecito, yo quería llegar (para variar) y le digo que no gracias, pero Esteban le dice “yo si quiero uno” mirándome con carita de carnero degollado y dicéndome todo lo bien que me iba a hacer uno a mi.

El café nos vino bárbaro y Esteban se tomó dos! En eso veo una camioneta que se detiene enfrente: ¡era Gustavo que nos había estado buscando por la ruta! Me dio un vuelco al corazón, fui para allá sin poder creerlo, y mientras mi compañero se tomaba su segunda taza yo me quedé hablando con él. Fue Mágico. Me contó que había estado en el PC6 esperándome como tres horas y después se dio cuenta que cuando vio en Internet que habíamos firmado el pasaporte a las 17;30 que apenas se fue, nosotros llegamos. Como en las películas…

Seguimos camino, teníamos más de una hora todavía y estábamos exhaustos. De repente siento un ardor en el pie: se me había reventado una ampolla. ¿Cómo caminar? Intenté varias formas, pero tenía miedo que encima me tire algún músculo, tragué saliva y seguí de la misma forma, fueron los primeros minutos que me sentí morir, después menguó el dolor como si nada hubiera pasado ( o casi nada).

Se veían las luces de Pehuenia. Lejos. Pero, por lo menos, ya teníamos el fin a la vista.
A esta altura, nos dábamos cuenta que llovía cuando pasaba algún auto y la luces iluminaban las gotitas. Iba caminando por la banquina, porque el asfalto me hacia doler los pies demasiado.
Estábamos avanzando re-lento, de repente empezamos a ver casas, ¡ya estábamos en Pehuenia! Y veo hacia un lado, ¡y se veía el arco! “Mirá Estebita, está el arco de llegada!” “¡Si, Si, Gurisita, está el arco, llegamos!”.

Que gran desilusión fue ver que no era el arco (seguíamos alucinando). Por suerte pasó un auto y nos grita que faltban menos de 1000 metros para llegar.

Ahí sentimos que una chica viene detrás nuestro, Claudio y Silvia nos habían dicho cuando los encontramos por la ruta, que iba 3ra o 4ta en Damas, y no se cómo pero Estebita salió disparado a toda velocidad al grito de “¡No te van a sacar el podio! ¡Vamos Anita, dale, que no se de cuenta!”
Yo estaba lejos de poder seguir ese ritmo infernal, lo intentaba y lo intentaba pero no podía, sobre todo porque no quería quedarme sola, (y desupés nos entermos que no teníamos a ninguna chica atrás.. misterio…).

Llegamos al Cruce, donde había que doblar hacia la Biblioteca, me agarra la mano y a cada uno que pasaba le gritaba “Esta chica es una campeona, hace podio!” y me llevaba casi volando.


Yo me reía, él se reía.

Disfrutaba tanto esa llegada con mi querido amigo, después de todo lo que habíamos pasado en esas 59 horas 30 minutos de aventura.

La Música sonaba fuerte, había flashes de fotos, todos te aplaudían y sonreían. “Vamos chicos” nos gritaban. Fue un momento hermoso.

Aparecen en escena Gustavo, Claudio, Silvia, el Gaucho Hugo, Marco, Zanetti… . Abrazos y mas abrazos, yo me re emocioné. Nos ponen con el cartel de “Misión Cumplida” para la foto (digo nos ponen, porque ya no entendíamos nada, nos iban moviendo los demás porque estábamos fuera de nuestros cuerpos).

Ahí entramos para dejar los pasaporte y que nos anoten. Todos me dicen que había salido cuarta, pero yo no lo creía.

Volvemos a salir para que Marco nos saque unas fotos y ahí me agarró un chucho de frío que me descompensó. Entré rápido y me sentí mareada, me apoyé en las rodillas y sentía que me hablaban… pero me estaba hundiendo en algo negro y profundo, me sentaron en una silla y así volví a la vida, aunque no podía dejar de temblar.

Igualmente estaba feliz, feliz, feliz.

Me viene a saludar el Gurí y me dice que se alegraba muchísimo de saber que habíamos llegado. Y si, con todo lo que habíamos hablado y re hablado de la carrera en esta última mitad del año!
Al rato llegan el Negrotoledo, Hernán y Gonza, ¡qué lindo verlos llegar a ellos también! Habíamos pasado gran parte de la carrera juntos

Ya en la cabaña, me fui al baño y cuando entré y me veo en el espejo no podía creer la cara desformada por la hinchazón que tenía. Estebita me había pedido por favor que él se quería bañar primero, pero al final me cedió el lugar y es mas, mientras estaba en la ducha en la árdua tarea de sacarme la mugre de los pies, uno de los chicos me grita que no me apure, que Esteban se había puesto a hablar sin parar.

Cada pie tenía una ampolla grande llena de agua cerca del talón, y varias chiquitas bajo los últimos dedos del pié.

Me fui a dormir. Tranquila, cansada y feliz.

Fotos:

la mision 2008

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El mapa completo: cortesía de Zanetti : http://ca02css13.oosah.com/1/images/63717/original/69860711bcb35b8daf97f49b16eafd48.png